What Have You Been Reading? (Spanish version)

English version: https://effectualgrace.com/2018/11/14/what-have-you-been-reading/

¿Que has estado leyendo?

Autor: John Samson; Traducido por: Karla Martinez

Una vez, un cristiano se acercó a mí para contarme acerca de su vida espiritual y como esta se encontraba tan muerta y tan deslucida que lo había llevado a abandonar todas sus ganas e intentos de lograr estar a solas con Dios, leer la Biblia y orar.

Él dijo, “Siento que estoy caminando solo en un desierto, sin ver el agua. Estoy bastante desesperado.”

Este era un hombre joven que por todas sus apariencias externas parecía tenerlo todo. Fue activo en el ministerio y mostró mucho entusiasmo en las cosas de Dios. Más aun así, yo podía ver en sus ojos que había una seriedad acerca de su verdadera condición espiritual.

Mientras me hablaba, en silencio yo le pedía a Dios sabiduría para saber qué decirle. Después de escucharlo por unos minutos, una pregunta surgió en mi mente.

Le pregunté: “¿Podría saber cuál es el último libro cristiano que ha leído?”

Podía notar que el joven estaba más que un poco sorprendido por mi pregunta. Él respondió que alguna una vez disfruto la lectura, pero ahora no leía mucho material Cristiano del todo.

Lo presione un poco más y él me compartió el último libro Cristiano que había leído. No mencionare el título aquí, porque ese no es realmente el problema. Podría haber sido uno de muchos. Yo estaba familiarizado con el libro que menciono, y después le pregunte:“Si te pido que leas algo, ¿lo harías?”

En desesperación dijo: “Si usted piensa que me ayudaría Pastor, entonces si, por supuesto.”

Luego dije, “Yo tengo un libro” y me acerqué al estante de mi librero y tome uno. Durante el próximo mes, tome unos 10-15 de su día y lea esto”

Tomó el libro y su rostro se torno con una expresión de desconcierto. No era realmente un libro sobre la devoción Cristiana, per se. Tampoco era un libro acerca de cómo salir de una rutina espiritual.

Cuanto más miraba el libro ahora con sus manos, más confundido se encontraba.

Pregunto: “¿Que tiene que ver este libro con mi lucha actual?”

Le dije: “Bueno, directamente no aborda el problema que tiene, pero quiero que confíe en mí. Simplemente comprométase a leerlo durante 10-15 minutos cada día hasta que lo termine.”

Hizo una pausa por un momento antes de decir: “Está bien, pastor, confío en usted, y prometo que lo haré.”

Hablamos un poco más, pero a los pocos minutos salió de mi oficina. Recuerdo orar para que Dios restaurara el fuego y celo de este joven…y ese parecía ser el caso.

En menos de tres semanas después, me encontré con este joven después de un servicio de la Iglesia. Parecía muy feliz y le pregunte: “¿Tienes un minuto?

“Por supuesto”, le dije.

Luego procedió en contarme que su vida espiritual había vuelto a la normalidad y que el mejor momento de su día – el momento que más esperaba – era su tiempo a solas con Dios y su Biblia.

Le pregunte: “¿Que paso?”

Él dijo: “He estado leyendo el libro que me dio. Se han abierto tesoros que nunca antes había visto. Leo algo y luego, durante el resto del día, mi mente está cautivada por lo que leo y me encuentro agradecido con Dios por la comprensión, y…bueno, me siento muy cerca de Dios justo en este momento. Soy un hombre diferente en comparación al que vio en su oficina hace un par de semanas atrás. Pero, Pastor…?”

“Si,” he dicho.

“¿Puede explicarme lo que me ha pasado?”

Le dije, “Pues, Dios ha sido misericordioso para acercarte más a Él mismo.”

“Si, lo sé, pero ¿puedes decirme que me paso?”

Yo dije: “Bueno, eso creo.”

Luego le explique que cuando me contó lo que había estado leyendo anteriormente, yo lo había de clasificar como un libro de comida espiritual sin vitaminas. Era un libro que tenía muy poco contenido – mucha pelusa – y aunque era popular, era simplemente como una charla en lugar de algo de sustancia.

Le dije: “¿Te imaginas a un joven de 21 años llegando a su casa después de un largo día en el trabajo, emocionado por sentarse a ver Plaza Sésamo?”

“No”, dijo.

“Bueno”, dije, “el libro que estabas leyendo (como muchos de ellos antes), era, espiritualmente hablando, como ver Plaza Sésamo. Como en los programas de televisión, es genial para los niños, pero hay algo malo si un adulto encuentra que todo lo que necesita está en ese programa. Llega un tiempo cuando alguien tiene que seguir adelante – un tiempo para disfrutar más de lo que “C es para Galleta.” No me lo tomes a mal, soy un gran fanático del Comegalletas. Creo que todos los niños deberían conocer al Comegalletas, Big Bird, Beto y Enrique y El Conde Contar. Pero llega un tiempo en el que hay que dejar las cosas infantiles atrás y enfocarse en alcanzar las cosas de la edad adulta.”

Continúe: “El libro que te di fue una introducción a una forma adulta del Cristianismo. Al leerlo, sabía que retaría a tu corazón y mente. Sabía que mostraría las cosas como nunca las habías visto antes. Fue fácil de leer, y no tan difícil como hubieras imaginado.”

“Wow, puedo ver eso ahora. Muchas gracias Pastor. ¿Escribiría tal vez 4 o 5 títulos que pueda leer en los próximos meses?

“Me encantaría…Ven a mi oficina y te escribiré algunos títulos.”

Como Cristianos, estamos llamados a amar al Señor con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerza. De estos, se presta muy poca atención a la mente. Sin embargo, amamos al Señor con nuestra mente al tener los pensamientos correctos de Él, aprendiendo y descubriendo tesoros en Su palabra, permitiendo que nuestros pensamientos pasen de A,B, C de nuestra infancia, a una la cosas más carnosas y pesadas de las cosas de Dios.

“Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; más cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño.”1 Corintios 13:11

What Have You Been Reading?

A long time Christian once came to me to confide that his spiritual life was as good as dead; it was so lack luster that he had abandoned all attempts to get alone with God, to read the Bible or to pray.

He said, “I feel like I am walking alone in a desert, with no sight of water. I am fairly desperate.”

This was a young man who to all outward appearances had it all together. He was active in ministry and showed great enthusiasm in the things of God. Yet I could see in his eyes that he was earnest about his true spiritual condition.

As he was talking to me I was silently asking God for wisdom as to what to say to him. After listening to him for a few minutes, a question popped up in my mind.

I then asked him, “May I ask, what is the last Christian book you ever read?”

I could tell the young man was more than a little surprised by my question. He answered that he once enjoyed reading, but now did not read much Christian material at all.

I pressed him further and he told me the title of the last Christian book he had read. I won’t mention the title here, for that is not really the issue. It could have been one of any number of books. I was familiar with the book he mentioned, and then asked him, “If I ask you to read something, would you do it?”

In desperation he said, “If you think it would help me Pastor, then yes, of course.”

I then said, “I have a book” and reached behind me to the shelf in my bookcase and pulled one down. “For the next month or so, please just take 10-15 minutes each day, and read this.”

He took the book and his face took on a very puzzled expression. It was not really a book about Christian devotion, per se. It was not a book about how to climb out of a spiritual rut.

The more he gazed at the book now in his hands, the more confused he became.

He asked, “What has this book got to do with my present struggle?”

I said, “Well, it does not address the issue you have directly, but I want you to trust me. Just commit to read it for 10-15 minutes each day until you get through it.”

He paused for a moment before saying, “ok, Pastor, I trust you, and I promise, I will do it.”

We talked a little more, but within a few minutes he left my office. I remember praying that God would restore this young man’s spiritual fire and zeal… and that seemed to be that.

Less than three weeks later, I encountered this young man after a Church service. He looked very happy and asked, “Do you have a minute?”

“Of course,” I said.

He then proceeded to tell me that his spiritual life was back on track and that his best time of the day – the time he most looked forward to – was his alone time with God and his Bible.

I asked, “What happened?”

He said, “I’ve been reading the book you gave me. It has opened up to me treasures I have never seen before. I read something and then for the rest of the day, my mind is captivated by what I have read, and I find I am thanking God for the insight, and… well, I just feel so close to God just now. I am a different man from the one you saw in your office a few weeks ago. But Pastor…?”

“Yes,” I said.

“Can you explain to me what has happened?”

I said, “Well, God has been very gracious to you to draw You closer to Himself.”

“Yes, I know that, but can you tell me what happened to me?”

I said, “Well, I think so.”

I then went on to explain that when he told me what he had been reading previously, I would have to categorize the book like a spiritual meal without any vitamins. It was a book that had very little content – a lot of fluff – and although popular, was merely like a pep talk rather than something of substance.

I said, “Can you imagine a 21 year old coming home from a full day of work and being excited to sit down and watch Sesame Street?”

“No,” he said.

“Well,” I said, “the book you were reading (and many like them before) were, spiritually speaking, like watching Sesame Street. Like the TV show, it’s great for kids, but there’s something wrong if an adult finds all he needs in that show. There comes a time when someone needs to move on – a time to enjoy more than “C is for Cookie.” Don’t get me wrong, I am a fan of the Cookie Monster. I think every child should get to know the Cookie Monster, Big Bird, Bert and Ernie and the Count. But there comes a time when you put away childish things and reach for the things of adulthood.”

I went on, “The book I gave you was an introduction to an adult form of Christianity. In reading it, I knew it would challenge both your heart and your mind. It would show you things you had never seen before. It was easy to read, and not the arduous thing you might have imagined.”

“Wow, I can see that now. Thank you so much Pastor. Would you write down maybe 4 or 5 book titles that I can read over the next few months?”

“I would be glad to… Come to my office and I will write a few titles down for you.”

As Christians, we are called upon to love the Lord with all our heart, soul, mind and strength. Of these, very little attention is given to the mind. Yet we love the Lord with our mind by thinking right thoughts about Him, learning and discovering treasures in His word, allowing our thoughts to go from the A, B, C’s of childhood, to the more weighty and meaty things of God.

“When I was a child, I used to speak like a child, think like a child, reason like a child; when I became a man, I did away with childish things.” 1 Cor. 13:11